martes, 27 de marzo de 2012

De Religiones, homofobias, prejuicios y otros

Digamos primeramente que esto es solo mi punto de vista de algo, y que de ninguna manera quiero ofender a nadie, ni acusar, ni defender. Simplemente mis pensamientos y puntos de vista.
Por edad me toco vivir, lo que algunos llaman años del destape, esos ochenta medio locos.
Los términos que están en el titulo sin embargo han existido siempre, ocultos o no, pero siempre.
En mi época de estudiante logré entender y ver el mundo desde otras ópticas, no sin por ello ser me difícil de entender, influye mucho unos padres con una brecha generacional de cuarenta  años y costumbres distintas a las que en ese momento se veían, oían, o se sentían.
No era extraño que entre adolescentes se oyeran rumores de si tal o cual compañero/a era homosexual o no, todo entre risas fingidas, caras de asombro o algún maricón suelto. Yo me incluyo siendo en algún momento de mis quince o dieciséis años despectiva con ellos/as, simple, mientras no lo entiendes, vives y compartes no lo aceptas.
Esto pasa con todo, con la homofobia, la xenofobia, las distintas religiones, el racismo y más.
Me hice tolerante con el paso de los años, en algunos aspectos, en otros fui siendo más flexible y alguno lo he llegado aceptar por completo como parte de mi vida.
Cuando eres adolescente los prejuicios son muchos, te crees sabedor de todo y siempre quieres tener razón.
Mis pensamientos cambiaron drásticamente por diversas situaciones, pero empecé realmente a cambiar en mi etapa de Universidad.
Mis primeros prejuicios fueron con la religión, normal cuando has toda la vida estudiado bajo un régimen religioso católico, me imagino que pasa en cualquiera de las religiones, por eso muchas dejan de ser algo espiritual que te llena para convertirse en fanatismo.
Menos mal que me despoje rápidamente de ellos, a mi entender creer en Dios, llamesé como se llame, es suficiente para llenar mi espíritu, y de cada persona con una religión distinta a la mía que s eme acercaba, comencé aprender y sacra lo bueno que me aportaban.
Sigo siendo católica, porque creo en Dios, pero en la institución llamada iglesia sigo sin creer, y mucho menos le tengo fe, llevamos siglos matándonos y derramando sangre por defender lo que se cree de parte y parte, sin ser tolerantes. Comparti con judíos y musulmanes, con testigos de Jehová e incluso me acerque a la religión de los Krisna, no recuerdo creo son Hinduista, multitud de dioses y diosas, y os aseguro que cada uno tenía cosas buenas que aportarme.
Me sorprendí un día debatiendo las sagradas escrituras con un Testigo, aprendí que no llegábamos a conclusión ninguna porque cada uno defendía sus ideas, pero también concluimos que creíamos en algo y que por ello luchábamos sin perjudicar a nadie, por lo cual fue constructivo algo que empezó por mi parte queriendo ser destructivo.
De la chica Musulmana con la que compartí, aprendí que ella respetaba por convicción y no por imposición su religión, y su Yigha , le gustaba, por eso lo usaba, su familia le permitía usarla o no. Aprendí entonces que si yo puedo llevar una cruz al cuello y pido respeto, ella podía taparse su cabeza y no por eso ser juzgada.
De los judíos es admirable como entre familias se apoyan sin condiciones, para mi la historia y las demás religiones han sido injustos con una religión y cultura maravillosa.
De los Krisna me impresiono que hay dioses que respetan tanto, que son incapaces de fumar, o hacer el amor delante de sus imágenes.
Así infinidad de elecciones he visto en religiones, creo que cada uno tiene su verdad y la vive de la mejor manera.
Sin embargo no creo en los extremos de ninguna, y odio ver como por siglos en nombre de una u otra hemos hecho correr ríos de sangre.
Junto con la religión, y casi a la par por culpa de ella misma, los prejuicios homófobicos, realmente no fui radical diría que tolerante, sin poder encajar mentalmente como dos hombres o dos mujeres podían estar juntas como pareja.
En la Universidad lo empecé a entender, aun muchos ocultaban sus condición sexual, era principio de los noventa y aun para muchos un hándicap, ser homosexual era como ser leproso o peor, era ser un enfermo o un mal llamado sidoso.
Hoy lo entiendo, cuando un compañero del que jamas sospeche me invito una vez a comer en su casa y vi las toallas rosas (según él se habían lavado las blancas con las rojas) las fotos de él y otro señor y más cosas, me dije, no me lo creo, este tía es homosexual, sin duda cuando apareció su pareja quede convencida. Creo que todo se acumulo de golpe en mi cabeza, me mordí la lengua y trate de procesar la información, después de asimilarlo, me di cuenta que le apreciaba tanto como amigo y compañero, que poco me importaba si le gustaban chicas o chicos, pase por alto todo y seguí normal, años más tarde y gracias a él nuevamente compartiría oficina de trabajo con tres homosexuales, alguna vez un bisexual y un heterosexual, una mujer entre tanta testosterona jajajaja. Conocí a una de las mejores personas de esa etapa de mi vida, normal ocho horas de historias dan para mucho, me costo meses confirmar mis dudas, pero a la final se confirmaron, mi compañero era mesa era gay, pobre durante mucho cambio pronombres, nombres y calificativos, poniéndolos en femenino, fue todo una escuela para mi, después de que supiera todo, no dude en preguntarle, como, porque, cuando e infinidad de cosas, mi tolerancia paso de cero a cien rápidamente y ni que decir de entenderlos y vivir con ellos sus sentimientos, alguna vez me sorprendo cuando me entero de alguien que ni imaginaba, pero no por que sea , me sorprende que aun en esta época tengan que esconderse.
Lo bueno de todo lo que aprendí, me ayudo con casi treinta años, a orientar un poco a una persona a la que adoro, por su pureza de alma y espíritu, una chica perdida en sus incertidumbres que hoy en día disfruta plenamente de haber encontrado lo que realmente es.
Con respeto al racismo y la xenofobia no me extenderé, odio a todos los que la practican, con ello nunca tuve prejuicios, soy hija de emigrantes y soy emigrante, por lo cual sé jugar en ambos bandos, y como siempre en todos lados hay gente buena y gente mala, lo normal sería antes de juzgarles permitirles que se den a conocer, yo tuve la suerte no sentir ninguna de esa y cada vez que la veo algo dentro se me remueve, por eso trato siempre de sonreír a los desconocidos, eso si cuidado, porque gente mala y picara hay a montones en casi todas las culturas, razas, religiones y condiciones.

martes, 6 de marzo de 2012

Mis buenos momentos con Aleja

Hoy mis pensamientos, van para mi sobrina mayor, esa incondicional amiga y compañera de niñez y la gran mujer que ahora es.

Recuerdo que con 10 años, comenzamos nuestra andadura, más como amigas que como tía y sobrina, aclarar que solo le llevo siete meses de edad, al ser contemporáneas, las inquietudes fueron casi las misma, y durante un par de años, compartimos casi como hermanas, recuerdo juegos y risas, y también muchas lágrimas, muchas conversaciones de preadolescente de noche, hasta que nos mandaban a callar y dormir, jejeje.

Recuerdo aun su cara de susto entre risas y lágrimas cuando se hizo mujer, esa mañana se me quedo grabada, aún oigo a mi madre consolándola, y diciéndole que era normal, la pobre, no estaba con su mamá ese día, le toco a su abuela.

Con los años, fuimos creciendo y yo me tuve que mudar, los primeros fueron igual que estar cerca, los fines de semana los pasábamos juntas, eran increíbles, yo muy rebelde y con ganas de experimentar, ella controlada, reservada, amiga de sus amigos, y con sus cosas, creo nos complementábamos, eramos en ese momento blanco y negro, positivo y negativo, por eso había equilibrio, fue la mejor época del mundo, termino uniéndonos el silencio, sí, el silencio, mientras leíamos, comenzamos nuestra afición a la lectura casi a un mismo tiempo, con las novelas rosas de la época, jejeje, mi madre sufría, porque no hacíamos nada en casa, más que leer y leer, acabábamos uno y ya estábamos con otro.

Recuerdo una en especial, Cosecha de brujas, llegamos a pelear con el librito, discutíamos con la tonta de la chica que no veía el amor que le tenia el chico en la novela, la veíamos hasta idiota por no creerla, quizás por eso es que acabamos siendo unas románticas empedernidas. 

Creo que nuestras vidas han sido de una manera como esas novelas, quien diría que Aleja, acabaría organizando bodas, y que yo sonaría con lo mismo.
pero todo se rompe, se rompió cuando empezamos gusto a ser mujeres, cada una hizo su vida, y por culpa de circunstancias y personas acabamos distanciadas, llore en silencio su perdida, y la impotencia me hizo ser fría y radical, por muchos años.

Pero los años el tiempo, y sobre todo la madurez nos permite ver cosas, hoy en día nuestras letras no unen, me volvió a unir a ella, oír a su madre hablar con la mía, verla llorar en algún momento y entender cosas.
Hoy puedo decir que nuestro cariño siempre estuvo ahí, solo se había dormido, y lo logramos volver a despertar.

Hoy sueño volver  atenerla cerca, volver a tener unas horas de libros y silencios, y de poder conversar largamente de cosas, sanar heridas y recorrer otra etapa de  nuestras vidas juntas, hoy sueño con ver como abraza a su prima y ve un poco su espejo.
Mi hija, en muchos casos, llega a parecersele mucho en carácter, creo que si estuviera cerca, podría pasar por hija suya, porque sin duda, es reservada, coqueta, inteliguente y sensible como era Aleja, de pequeña.

Mi niña te quiero mucho, a ti y a tu hermano.

viernes, 2 de marzo de 2012

Mi historia con Becquer

Nunca fui una niña que me gustase leer, mi afición por los libros comenzó tarde, ya en mi adolescencia fue cuando descubrí realmente el maravilloso mundo de la lectura. Y aunque no fue con Gustavo Adolfo Becquer, con quién me aficione a ella, si fue un libro misterioso en el trascurso de mis juventud.

Todo comenzó cuando tenia unos nueve o diez años, mi madre siempre fue adicta a la lectura, cualquier cosa que cayera en sus manos era devorada con avidez y ganas de aprender, por eso compraba siempre que podía algún libro, y así comenzó una colección enorme.

Creo era el titulo cinco o el quince, ya no lo recuerdo, el que llevaba por titulo  Rimas y Leyendas de G.A.Becquer, era pequeño y de color azul, nunca le dí importancia hasta que un día en clases pidieron hacer una pequeña biblioteca y para ello debíamos de  donar un libro, era la única manera de hacerla y poder usarla, como me interesaban algunos cuentos cortos y divertidos, no quise quedar por fuera, y claro abrir el libro de Becquer y dije este mismo, parece aburrido, y así  salió de mis manos el primer libro de Becquer que estuvo en casa.

Me llamo mucho la atención que varias niñas lo leyeran, pero sin embargo pase mucho de ese pequeño libro azul, sin embargo ese mismo año daría un cambio respecto a la lectura, al toparme con un libro del cual ya no recuerdo el autor, peor si su titulo, un simple interrogante, ¿Preguntale a Alicia?, ese libro marco me vida como lectora, con él comencé a leer, comencé adentrarme en el misterio de la lectura con la joven Alicia, esa adolescente de  finales de los sesenta principio de los setenta, enganchada a las drogas como el LSD, y perdida en un mundo desconocido, pero al que sucumbí en mi imaginación siendo Alicia.

A partir de ese año leí casi cualquier cosa, pasaba horas con los libros en las manos, y me daban las dos o tres de la mañana leyendo.

Al poco de acabar ¿preguntale a Alicia?, un día saliendo de misa había una venta de libros, mamá se acerco y me llamo mucho la atención un libro que su carátula eran unas ilustraciones de acuarelas con un  colibrí y flores de bellos colores, pedí el libro por las ilustraciones sin importarme el titulo, solo me gustaban sus dibujos, ese libro entro en la biblioteca y solo salía para ver las ilustraciones, se titulaba RIMAS, ni me di cuenta eran la mitad del libro que hace un año había donado a la biblioteca de clase, de eso me dí cuenta años más tarde.

Cuando cumplí dieciséis años, comencé con las ilusiones de amor y por supuesto entro la poesía en mi vida, pero no entro Becquer, recuerdo claramente que sé comento sobré las rimas y leyendas en clase, pero la profesora de literatura decidió estudiar más a fondo a Neruda, y sus "20 poemas de amor y una canción desesperada", antes que a Becquer, fue maravilloso estudiar a Neruda.

Pero entonces  empezó a revolotear en mi cabeza el titulo del pequeño libro azul, y asocie el libro de ilustraciones, me sorprendió que fuera el mismo que salió de mi biblioteca y que estaba con otro formato en  mi biblioteca, entonces lo tome de la estantería y lo leí en menos de una hora, quedando marcada por tan bella prosa, cabe decir que me había mudado y que el libro sobrevivio a la mudanza, muchos libros fueron regalados por mi madre, otros donados e incluso tirados, sobrevivio al tiempo en la estantería, en medio de la colección de adolescentes conflictivas, las enciclopedias de química que nunca usé, los cuentos, y las revistas típicas de las chicas con dieciséis años.

Pero me quede a medias, el libro azul era pequeño peor tenia las leyendas, que no tenia el ilustrado, sin embargo no sufrí, lo deje pasar, y ya con dieciocho años en casa de una amiga, vi un día unas columnas de libros en el suelo, pregunte porque estaban allí, me dijo eran de su amiga Marife, que se había ido de su casa, pero que no quería los libros y que los vendería, tome un libro pequeño y gordillo, con las hojas amarillentas, y la tapa color crema algo roída por le tiempo, sus letras color oro.

Cuando leí el titulo caí sentada sobre la cama lo abrí y fui directo a la mitad, ahí estaba Becquer, me perseguía cuando menos lo esperaba, esta vez con las leyendas, me permití decirle a  mi amiga, que ese no lo vendería que avisara que se había perdido, no pagaría de nuevo por ese libro, simplemente lo metí en mi bolso y paso a ser de mi propiedad, esa misma noche devoré con ansiedad todas las leyendas, y releí sus rimas.

Hoy en día tengo treinta y seis años, hace diez me volví a mudar, solo que esta vez fue de país, peleé por mis libros y pagué exceso de peso por una maleta de  treinta kilos de papel, mis libros, entre ellos el tomo crema de letras oro y paginas amarillas, llegó hasta aquí no sin sufrir los envites del viaje, hubo que reparar un poco su carátula y lomo, pero aún sobrevive, aún me acompaña.

En pocos años mi hija podrá leerlo, tomar en sus manos a mi amado Becquer y saber la historia de unas Rimas y Leyendas, que sin saber antes de ser mías ya compartí con muchos.

Os dejo aquí la rima XIV, ella es mi preferida, la que acompaño mis letras en mi primera carta de amor.


RIMA XIV
Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos,
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha oscura, orlada en el fuego,
que flota y ciega si se mira al sol.
Adondequiera que la vista clavo,
torno a ver tus pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti; que es tu mirada:
unos ojos, los tuyos, nada más.
De mi alcoba en el ángulo los miro
desasidos fantásticos lucir;
cuando duermo los siento que se ciernen
de par en par abiertos sobre mí.
Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche
llevan al caminante a perecer:
yo me siento arrastrado por tus ojos
pero a dónde me arrastran, no lo sé.