sábado, 10 de noviembre de 2012

Historia de amores I


Historia de amores I
Después de muchos años, y haciendo balance de historias,  me apetece poder hablar  y entender de alguna manera porque algunas veces marcan nuestra vida las  personas.
Sé que en pocos años me encontraré contando a mi hija muchas de las cosas que viví, sobre todo tendré que contarle como hay veces en que el corazón te queda roto por culpa del amor, pero como de esas experiencia aprendemos y nos hacemos cada vez mejores seres humanos.
No sé que puede ser poco o que puede ser mucho, pero en cuestión de amores digamos no fui muy acertada, por lo que lloré quizás bastante más que otros, o no, quizás menos que otros, pero  si hay algunos dignos de mención en mi haber, por muchos motivos; aprendizaje, experiencia, desilusión, sueños, etc.
No empecé con novios temprano, quizás  podemos decir que dieciséis  años en mi época era algo poco común, normal para tener primeras ilusiones aunque ya muchas desde los doce  experimentaban muchas más cosas.
Mi primer beso es digno de mención porque fue romántica la escena, más poco recuerdo a la persona, está marcada la sensación, las mariposas en el estómago, y un calor extraño en los labios, pero como dijo cuando estas sentada a la orilla de la playa a media noche, con la luna llena el mismo ambiente te precipita, pero eso fue todo, algo bonito, pero pasajero como el aire, eso fue con quince, y no volví a sentir algo igual hasta los dieciséis.
En  esa etapa conocí mi primera gran  ilusión, y a la primera persona que me marcaría en cuestión de amores.
Él un chico unos años mayor que yo, recién graduado, guapo, prometedor diría cualquiera.
Lo conocí casi sin darme cuenta, una tarde de  verano en una quedada de gente aficionada a la banda de once metros de radio.
Me encontraba sentada hablando con unas amigas, recuerdo que ni me di cuenta que él estaba ahí, yo para esa época era una persona soberbia, me sentía la mejor del mundo, la más interesante, la más guapa  ante los  chicos. Pero en ese momento no estaba pensando en nada,  estaba inocentemente sentada, riéndome de cualquier cosa, pensando en que se hacía tarde y mi padre estaría de uñas pensando porque no llegaba a casa, veía claramente el sol caer en el horizonte, la gente riendo, cantando, no me apetecía moverme, entonces mi amiga dijo que la fiesta seguía en su casa, pensé, bien, ahora llamo a papá y le dijo que estoy en casa de Yita, pero no  resuelto, media hora en casa de ella y mi padre apareció y me soltó, _¡Te quiero  en quince minutos en casa! Salí corriendo dejando fiesta y gente atrás, desaparecí, eso debió impresionar al chico, no verme, yo no lo vi, pero al parecer él se fijo bastante, creo que de una manera fui como un capricho, alguien inaccesible  que desapareció.
Cuento esto así porque no dejo de preguntar por mí, a mi amiga, tanto que al día siguiente apareció ella en mi casa con él y un amigo. Claro yo no les recordaba, estuvimos un rato de risas y charla, no recuerdo ya si fue ese día o alguno después que nos fuimos los cuatro a comer helados, mi mente se  confunden ahora, pero sé que me decía fuéramos novios y yo me reía y bromeaba, me parecía atractivo, pero no se me ocurría puder gustarle tanto a alguien mayor.
Así  empezó todo, después de esos primeros días, se sucedieron  una  serie de acontecimientos  que marcarían la relación. Primero y con apenas unas semana de vernos, se fue de viaje, algo que ya estaba programado y que duraría en principio cuarenta y cinco días, la ilusión por mi parte era tanta, que iba marcando día tras día en un calendario, mientras en mi casa aparecían su mejor amigo y su hermano día sí y día no, en una especie de rutina de cuidado o vigilancia.
Pasados quince días y mientras yo soñaba pasaran los días volando, apareció una noche su amigo, cuando abrí la puerta me dice: _¡Tengo una sorpresa! y entonces sale él del coche, tuve que agarrarme a la puerta, mis rodillas temblaban como hojas, y el estómago se me salía por la boca.
No me imaginaba la sorpresa, porque no era solo que regresará antes de tiempo, sino que tenía que contarme muchas cosas.
Cuando me digo que habláramos, me asusté mucho, ese sexto sentido que te avisa que no todo es color de rosa.
Empezó, _ ¡Debo contarte algo! Tenía novia cuando comencé contigo. Zas, primera estocada, mis ojos eran un interrogante. _¡Termine con ella en estos días! Toso esto causo mucho revuelo, ella lo está pasando muy mal. En  mi cabeza todo daba vueltas, diciendo, bueno ya acabo no pasa nada.
Que equivocada estaba, todo se complicaría,  su familia y  la de ella  eran amigos de toda la vida  la noticia fue un balde de agua fría, y por supuesto fui la culpable, yo que ni me había fijado en él al principio.
Recuerdo claramente su graduación, esa misa en la que al parecer la madre se oponía a que yo estuviera, pero que él  quiso no fuera así, no entiendo aun porque actuó en ese momento así, apareció en mi casa, y me llevó, me sentí un átomo  bajo un microscopio a los ojos de su madre, pero sin embargo hoy creo que fue rebeldía ante su madre, pero la que sufrió en esos momentos fui  yo, a partir de ahí, todo fue a menos.
Pocos meses después la ilusión de su parte desaparecería, nunca sabré porque, aunque supongo muchas razones, ese día que me dijo todo acababa no entendía nada.
Pregunté si era por mí, sí ya no me quería, sí volvía con ella, sí su madre estaba en medio, sus respuestas siempre las mismas.  _¡No es eso, es que! Y me quedaba sin  respuesta, así que yo me encontré rota de dolor y con varias personas señalándome sin saber bien porque.
Entré en casa y mi madre al verme la cara supo era mi primera desilusión de amor, se dio cuenta que me habían roto el corazón por primera vez, fue mirarla y llorar como si no fuera a parar jamás, me tomó en sus brazos me abrazo y me empezó acariciar el pelo, poco a poco fui calmándome, pero los sollozos no paraban, acabé  yéndome a cama, mucho rato después ella entró, me hice la dormida, me dio un beso y acariciándome el pelo susurro.  _Mi niña te quiero, siento que querer duela tanto, pero así también aprendemos.

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