Al mejor
hombre
Al único hombre que nunca me
ha fallado. Las cartas de amor no siempre son para los amantes, esta es para un
amor incondicional, para el mejor hombre del mundo mí padre.
Recuerdo tantas cosas, que no
sé como agradecerte tantos años felices, tantas enseñanzas, y tantas
discusiones. No logré entender hasta hace unos pocos años cuán grande era tu
amor por mí, porque aunque físicamente no hemos estado siempre lejos, nuestros
espíritus contradictorios se separaron un tiempo, pero aun así siempre supe me
amabas y te amaba.
Quiero agradecerte tantas
cosas, que no sé por dónde empezar, has sido el mejor del mundo, has sido para mí
todo, el ideal a seguir, mi héroe, mi príncipe encantado, y algunas veces,
muchas mi conciencia guiándome a través de las tinieblas.
Como voy a olvidar como siendo pequeña me llevabas a montar a
caballo y me decías, “no tengas miedo agarrarte fuerte y no pasará nada, los
caballos no te harán nada”. O las horas infinitas de playa, la que no te
gustaba y donde acababas rojo como un camarón por enseñarme a nadar, todo porque
tu amor es infinito, lo lograste papá me enseñaste a nadar en el agua y en la
vida.
Recuerdas como me enseñaste a disparar tu escopeta, para mi
eras el mejor difícilmente fallabas un tiro y yo quería ser como tú, quería te
sintieras orgulloso de mi siempre, y tome con fuerza en mis manos la escopeta
que para ese entonces era igual de grande que yo, y tú me decías,” cuidado te
puede sentar cuando dispares, tienes que pararte firme con los pies uno delante
del otro y apoyar bien, con fuerza, firme, con seguridad”, pero eso no era lo
más importante, me enseñaste a respetar la naturaleza y a que un arma nunca se
empuña para agredir a un ser humano, tú quizás ni lo sabes, para ti quizás solo
fue una anécdota, pero para mí fue enseñanza de vida porque aprendí a ver las
cosas desde otro punto de vista.
Recuerdas como me enseñaste a
jugar a las cartas, estabas enfermo, pasabas los días enteros sin moverte en
cama, yo no entendía que te pasaba, solo quería llegar a casa del colegio para
jugar contigo, entonces aprendí algo más que jugar a las cartas, aprendí la
responsabilidad, porque para ti esta es básica en la vida, imprescindible para
ser hombres de bien, y vi como maltrecho por el dolor te levantaste para dar la
cara en tu trabajo por un accidente que no era culpa tuya sino de tú sustituto,
pero que por estar cubriendo tú puesto te resulto ineludible, y suspendiste
operación y levantaste con dolor, porque para ti las personas son más
importantes que tú mismo, porque no conoces el egoísmo ni cuando es necesario.
Cuantas cosas aprendí de ti,
las lecciones más grandes de vida me las diste tú, no la universidad ni la
calle, ni los estudios, tú, solo tú amor me enseño a ser persona.
En mis años más difíciles como
adolescente no estuviste todo el tiempo y entonces comenzaron nuestras
diferencias, pero como no tenerlas, tú naciste en la postguerra, viviste
opresión y hambre, yo nací cuarenta años después en las tecnologías, la
democracia y la revolución femenina, tú eras de las mujeres en su casa, sin
llegar a ser machista, pero las mujeres en casa, y yo era de liberación
femenina, independencia , autosuficiencia, de aprender viviendo, hoy sé tenias
miedo de que el mundo me hiriera, y si, claro que sí me hirió, pero papá me
habías enseñado muy bien, a separar lo bueno y lo malo, por eso siempre
disfrute sin ser libertina, y sin meterme en problemas, tú me enseñaste a ser
responsable a saber beber, a saber decir
no y a no dejarme llevar por lo que hicieran los demás, tú nunca lo has sabido,
pero siempre tenía tus consejos conmigo; pero un día en una discusión ya no
recuerdo ni porque, seguramente porque salía mucho de fiesta, te herí, te herí
en lo más hondo, fui directo al corazón sin pensarlo, sin tener compasión, lo
entendí años más tarde cuando obtuve el titulo por el fin de mi carrera, con él
en las manos y con casi veinticuatro años vi las cosas claras, mis palabras
fueron, “tú nunca estas en casa papá, no me conoces porque no te ha dado la
gana, solo estas aquí los fines de semana, no sabes nada de mí”, así termine la
discusión y tú no hablaste más, claro que no me conocías bien, pero no porque
no quisieras, sino porque trabajabas toda la semana fuera de casa, sacrificando
el estar con tu familia para darme una carrera, para pagarme los estudios, para
hacer de mi lo que tú no habías logrado ,ser una profesional, pero claro los
adolescentes no vemos más allá de nuestras narices y yo en vez de acercarme a
ti, me aleje , me seguí yendo de fiesta o al cine.
Por todo eso papá te quiero
pedir perdón, pero sobre todo quiero darte las gracias, gracias por hacerme la
mujer que soy, gracias por ese amor inmenso que me tienes, por haberme forjado
una personalidad como la que tengo, por hacerme fuerte ante la vida, no fuiste
médico, ni ingeniero, ni siquiera tienes un bachiller, pero eres un sabio,
sabes muchísimo y todo lo que sabes me lo has enseñado.
Papá nunca te he dicho te
quiero, por eso te lo dijo ahora, aunque sea en una carta, es la manera que
tengo de darte un pequeño homenaje, me di cuenta de lo inmenso de mi amor por
ti cuando murió mi madre, porque en ese momento te vi llorar, nunca te había
visto llorar papá, ese día te vi perdido y solo, me di cuenta que solo nos
teníamos el uno al otro y que nunca te había dicho te quiero, y mi alma se
quebró , por eso quise volver a tenerte.
Padre sé que mis agravios
seguramente no los recuerdas, y también se que cada logró mío para ti ha sido
un gran triunfo, porque me tienes una amor aprueba de cualquier cosa, el amor
que solo le tienen los padres a sus hijos, ese inquebrantable y solido.
Papá te amo con todas mis
fuerzas, nunca deje de hacerlo, solo me escondí, y te dijo que la cosa más
hermosa que me ha pasado es poder verte disfrutar de mi hija, ver como sonríes
como hace tanto tiempo no lo hacías, ver como una pequeña personita saca de ti
tanta alegría, verla a ella en tu regazo es verme yo hace unos años atrás y ser
feliz como lo era, olvidándome de todo lo demás.
Papá siento que haya pasado
tanto tiempo para decir dos palabras tan simples, pero como alguna vez leí, no
aprendemos a ser hijos hasta que somos padres, y es sencillo, lo entendemos
porque nos duelen los hijos, entonces sabemos lo que dolíamos a nuestros
padres, entendemos el tantas veces repetido por ustedes, todo lo que hago lo
hago por tu bien, pero eso solo se aprende con los años,
Solo me queda decirte o mejor
dicho repetirte que te amo con locura, que doy gracias a Dios por tenerte en mi
vida porque hayas sido mi padre y por haberme hecho quien soy.
Papá te quiero, y siempre estás en mi corazón.
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