Historia de amores I
Después de muchos años, y
haciendo balance de historias, me
apetece poder hablar y entender de
alguna manera porque algunas veces marcan nuestra vida las personas.
Sé que en pocos años me
encontraré contando a mi hija muchas de las cosas que viví, sobre todo tendré
que contarle como hay veces en que el corazón te queda roto por culpa del amor,
pero como de esas experiencia aprendemos y nos hacemos cada vez mejores seres
humanos.
No sé que puede ser poco o que
puede ser mucho, pero en cuestión de amores digamos no fui muy acertada, por lo
que lloré quizás bastante más que otros, o no, quizás menos que otros,
pero si hay algunos dignos de mención en
mi haber, por muchos motivos; aprendizaje, experiencia, desilusión, sueños,
etc.
No empecé con novios temprano,
quizás podemos decir que dieciséis años en mi época era algo poco común, normal
para tener primeras ilusiones aunque ya muchas desde los doce experimentaban muchas más cosas.
Mi primer beso es digno de
mención porque fue romántica la escena, más poco recuerdo a la persona, está
marcada la sensación, las mariposas en el estómago, y un calor extraño en los
labios, pero como dijo cuando estas sentada a la orilla de la playa a media
noche, con la luna llena el mismo ambiente te precipita, pero eso fue todo,
algo bonito, pero pasajero como el aire, eso fue con quince, y no volví a
sentir algo igual hasta los dieciséis.
En esa etapa conocí
mi primera gran ilusión, y a la primera
persona que me marcaría en cuestión de amores.
Él un chico unos años mayor que
yo, recién graduado, guapo, prometedor diría cualquiera.
Lo conocí casi sin darme cuenta,
una tarde de verano en una quedada de
gente aficionada a la banda de once metros de radio.
Me encontraba sentada hablando
con unas amigas, recuerdo que ni me di cuenta que él estaba ahí, yo para esa
época era una persona soberbia, me sentía la mejor del mundo, la más
interesante, la más guapa ante los chicos. Pero en ese momento no estaba pensando
en nada, estaba inocentemente sentada, riéndome de cualquier
cosa, pensando en que se hacía tarde y mi padre estaría de uñas pensando porque
no llegaba a casa, veía claramente el sol caer en el horizonte, la gente
riendo, cantando, no me apetecía moverme, entonces mi amiga dijo que la fiesta
seguía en su casa, pensé, bien, ahora llamo a papá y le dijo que estoy en casa
de Yita, pero no resuelto, media hora en
casa de ella y mi padre apareció y me soltó, _¡Te quiero en quince minutos en casa! Salí corriendo
dejando fiesta y gente atrás, desaparecí, eso debió impresionar al chico, no
verme, yo no lo vi, pero al parecer él se fijo bastante, creo que de una manera
fui como un capricho, alguien inaccesible
que desapareció.
Cuento esto así porque no dejo de
preguntar por mí, a mi amiga, tanto que al día siguiente apareció ella en mi casa
con él y un amigo. Claro yo no les recordaba, estuvimos un rato de risas y
charla, no recuerdo ya si fue ese día o alguno después que nos fuimos los
cuatro a comer helados, mi mente se confunden
ahora, pero sé que me decía fuéramos novios y yo me reía y bromeaba, me parecía
atractivo, pero no se me ocurría puder gustarle tanto a alguien mayor.
Así empezó todo, después de esos primeros días,
se sucedieron una serie de acontecimientos que marcarían la relación. Primero y con
apenas unas semana de vernos, se fue de viaje, algo que ya estaba programado y
que duraría en principio cuarenta y cinco días, la ilusión por mi parte era
tanta, que iba marcando día tras día en un calendario, mientras en mi casa
aparecían su mejor amigo y su hermano día sí y día no, en una especie de rutina
de cuidado o vigilancia.
Pasados quince días y mientras yo
soñaba pasaran los días volando, apareció una noche su amigo, cuando abrí la
puerta me dice: _¡Tengo una sorpresa! y entonces sale él del coche, tuve que
agarrarme a la puerta, mis rodillas temblaban como hojas, y el estómago se me
salía por la boca.
No me imaginaba la sorpresa,
porque no era solo que regresará antes de tiempo, sino que tenía que contarme
muchas cosas.
Cuando me digo que habláramos, me
asusté mucho, ese sexto sentido que te avisa que no todo es color de rosa.
Empezó, _ ¡Debo contarte algo! Tenía
novia cuando comencé contigo. Zas, primera estocada, mis ojos eran un interrogante.
_¡Termine con ella en estos días! Toso esto causo mucho revuelo, ella lo está
pasando muy mal. En mi cabeza todo daba
vueltas, diciendo, bueno ya acabo no pasa nada.
Que equivocada estaba, todo se
complicaría, su familia y la de ella eran amigos de toda la vida la noticia fue un balde de agua fría, y por
supuesto fui la culpable, yo que ni me había fijado en él al principio.
Recuerdo claramente su graduación,
esa misa en la que al parecer la madre se oponía a que yo estuviera, pero que
él quiso no fuera así, no entiendo aun
porque actuó en ese momento así, apareció en mi casa, y me llevó, me sentí un
átomo bajo un microscopio a los ojos de
su madre, pero sin embargo hoy creo que fue rebeldía ante su madre, pero la que
sufrió en esos momentos fui yo, a partir
de ahí, todo fue a menos.
Pocos meses después la ilusión de
su parte desaparecería, nunca sabré porque, aunque supongo muchas razones, ese
día que me dijo todo acababa no entendía nada.
Pregunté si era por mí, sí ya no
me quería, sí volvía con ella, sí su madre estaba en medio, sus respuestas
siempre las mismas. _¡No es eso, es que!
Y me quedaba sin respuesta, así que yo
me encontré rota de dolor y con varias personas señalándome sin saber bien
porque.
Entré en casa y mi madre al verme
la cara supo era mi primera desilusión de amor, se dio cuenta que me habían
roto el corazón por primera vez, fue mirarla y llorar como si no fuera a parar
jamás, me tomó en sus brazos me abrazo y me empezó acariciar el pelo, poco a
poco fui calmándome, pero los sollozos no paraban, acabé yéndome a cama, mucho rato después ella entró,
me hice la dormida, me dio un beso y acariciándome el pelo susurro. _Mi niña te quiero, siento que querer duela
tanto, pero así también aprendemos.